INTRODUCCIÓN:
Hoy como
ayer, el dominio del conocimiento puede ir acompañado de un cúmulo importante
de desigualdades, exclusiones y luchas sociales. Durante mucho tiempo el
conocimiento fue acaparado por círculos de sabios o iniciados. El principio
rector de esas sociedades del conocimiento reservado era el secreto.
Los
cambios radicales provocados por la tercera revolución industrial –la de las
nuevas tecnologías– han creado de hecho una nueva dinámica, porque desde mediados
del siglo XX la formación de las personas y los grupos, así como los adelantos
científicos y técnicos y las expresiones culturales, están en constante
evolución, sobre todo hacia una interdependencia cada vez mayor.
Cada
sociedad cuenta con sus propios puntos fuertes en materia de conocimiento. Por
consiguiente, es necesario actuar para que los conocimientos de que son ya
depositarias las distintas sociedades se articulen con las nuevas formas de
elaboración, adquisición y difusión del saber valorizadas por el modelo de la economía
del conocimiento. La noción de sociedad de la información se basa en los
progresos tecnológicos. En cambio, el concepto de sociedades del conocimiento
comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vastas.
Como en buena medida ha ocurrido con términos como
“competitividad” o “globalización”, en un tiempo muy breve una nueva
terminología pasó a ocupar el centro de los diálogos empresariales y políticos
y a ser empleada en los debates al interior de las ciencias sociales, con una
marcada vaguedad o ambigüedad y sin un consenso cabal respecto del significado
otorgado en cada caso a los términos utilizados.
En
virtud de lo anterior, todo indica que el proceso de conformación de la
Sociedad del Conocimiento difiere de una sociedad a otra y, por lo tanto, esto
influye en los aspectos a cuantificar o, al menos, en la forma de hacerlo.
Tanto la adaptación como la elaboración de indicadores que contemplen las
particularidades latinoamericanas y que, al mismo tiempo, conserven la cualidad
de ser comparables internacionalmente implica un aprendizaje que requiere tiempo
y esfuerzos deliberados.
En las
sociedades del conocimiento emergentes se da efectivamente un círculo virtuoso,
en función del cual los progresos del conocimiento producen a largo plazo más
conocimientos, gracias a las innovaciones tecnológicas. De esta manera, se
acelera la producción de conocimientos. La revolución de las nuevas
tecnologías
ha significado la entrada de la información y del conocimiento en una lógica
acumulativa que se ha definido como “la aplicación [del conocimiento y la
información] a los procedimientos de creación, procesamiento y difusión de la
información en un bucle de retroacción acumulativa entre la innovación y sus
utilizaciones prácticas”[1]
RESUMEN
¿QUÉ ES LO QUE QUEREMOS MEDIR?
Es de sobra
conocido el papel que han desempeñado esas tecnologías en el desarrollo
económico –mediante la difusión de las innovaciones y los aumentos de
productividad posibilitados por éstas– y en el desarrollo humano[2]. Existe un amplio consenso en los círculos políticos,
periodísticos, empresarios y académicos, respecto a que la convergencia de las
tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) está produciendo
significativos cambios sociales y, en especial, económicos. Aunque continúa siendo
importante, el consenso se vuelve algo más débil cuando se ingresa en el
análisis de la extensión del fenómeno y en la magnitud de sus efectos.
Hoy en día existe un cambio cuya
raíz, posiblemente, corresponde más al ámbito de la producción que al de las
telecomunicaciones. Se podría decir que pasamos de una era en donde el
principal proceso para generar valor o riqueza era la transformación de
materias primas en productos (transformación llevada a cabo gracias a la
energía aportada en un primer momento por el vapor y luego por la
electricidad), a una era en donde el
conocimiento se ha convertido en un factor clave y distintivo que permite
transformar insumos en bienes y servicios con mayor valor agregado.
Por tal motivo, el proceso productivo requiere
de trabajadores capaces de manipular conocimientos e insumos complejos para
producir bienes y servicios diferenciados. Al mismo tiempo, la ampliación de la
oferta requiere de consumidores con las capacidades adecuadas para descifrar y
aprovechar los nuevos productos dado que muchos de ellos son intangibles, con
importantes
Las TICs incluyen tecnologías ya maduras como la radio, la
telefonía fija, la televisión como otras muy dinámicas como la informática, la
transmisión de datos satelital y por fibra óptica, la telefonía celular e Internet.
El avance de estas tecnologías se manifiesta en el aumento de la capacidad de
transmisión de datos
y
de la interactividad, es decir, desde la posibilidad de transmitir voz e imagen
de forma masiva a los intercambios personalizados y que incluyen un alto grado
de interacción de los interlocutores.
El
nacimiento de una sociedad mundial de la información como consecuencia de la
revolución de las nuevas tecnologías no debe hacernos perder de vista que se trata
sólo de un instrumento para la realización de auténticas sociedades del
conocimiento. El desarrollo de las redes no puede de por sí solo sentar las bases
de la sociedad del conocimiento.
Queda claro que estamos ante un proceso
de transformación de significativos efectos tanto en el ámbito económico como
cultural y político. Sin embargo, la evidencia histórica es concluyente: todo
hace presumir que será un proceso sumamente heterogéneo, en buena medida
determinado por las características de las distintas regiones y poblaciones y
por los esfuerzos deliberados que se realicen para aprovechar sus ventajas y
reducir sus aspectos negativos.
Ahora
bien, pese a que estamos presenciando el advenimiento de una sociedad mundial
de la información en la que la tecnología ha superado todas las previsiones con
respecto al aumento de la cantidad de informaciones disponible y la velocidad
de su transmisión, todavía nos queda un largo camino que recorrer para acceder
a auténticas sociedades del conocimiento.
Es posible interpretar a la Sociedad de la Información como una
etapa previa a la conformación de la Sociedad del Conocimiento, en la que se
aplican las TICs a un sinnúmero de actividades, lo que constituye la base para
el posterior desarrollo de la Sociedad
del Conocimiento, que implica un cambio cualitativo en el uso y aplicación de
la información para la generación de nuevos conocimientos, cambio basado en la
educación y el aprendizaje.
Entonces, la principal
distinción entre Sociedad del Conocimiento y Sociedad de la Información es el
uso, apropiación y aplicación que se le puede dar a la información y al
conocimiento, con lo que queda claro que no se trata meramente de un problema
tecnológico.
La
noción de “sociedad del conocimiento” fue utilizada por primera vez en 1969 por
un universitario, Peter Drucker, y en el decenio de 1990 fue profundizada en
una serie de estudios detallados publicados por investigadores como Robin
Mansell o Nico Stehr.
Pese a todo lo antedicho, muchos
expertos estiman que el desarrollo de las nuevas tecnologías podría contribuir
a la lucha contra una serie de restricciones que han venido obstaculizando
hasta la fecha la aparición de las sociedades del conocimiento, por ejemplo la
distancia geográfica o las limitaciones propias de los medios de comunicación.
Evidentemente, la creación de redes permite acabar con el aislamiento de todo
un conjunto de conocimientos –por ejemplo, los de carácter científico y
técnico– que estaban sujetos hasta ahora a distintos regímenes de
confidencialidad o secreto, en particular por motivos de índole estratégica y
militar.
Las sociedades del conocimiento
requieren de varios factores que desempeñan un papel central en establecer un
puente entre conocimiento y acción, o entre conocimiento y aplicación y uso
efectivo del mismo en la sociedad. Para que los resultados de la investigación
o de la actividad científica se conviertan en conocimiento útil, se requiere,
en primer lugar, de un proceso de apropiación social del conocimiento. Este
último debe ser apropiado por la sociedad, o por actores o sectores específicos
de la misma (por ejemplo: una institución social, una organización o una empresa)”.
Los procesos de aprendizaje social que genera el conocimiento
se dan en cuatro niveles: a) nivel individual, b) nivel organizacional, c)
nivel sectorial o nivel de las instituciones sociales, y d) nivel de la
sociedad.
Así como en su momento, el desarrollo tecnológico permitió la
elaboración de alimentos ysu distribución de una forma nunca antes pensada, y
más tarde el surgimiento de otras tecnologías permitió satisfacer nuevas
necesidades mediante la fabricación a gran escala de bienes de confort, ahora
las TICs permitirán atender necesidades más sofisticadas mediante la producción
y distribución de nuevos bienes -muchos intangibles- y servicios. La principal
característica de estos bienes es que, en su mayoría, se basan en la información
y el conocimiento.
Aprovechar
las oportunidades que encierran las TICs requiere de (1) nuevas capacidades,
habilidades y destrezas junto con (2) la realización de ciertas actividades y (3)
esfuerzos deliberados para superar diversos obstáculos.
De igual modo, la incorporación de las
TICs en una firma puede desencadenar una serie de adaptaciones y procesos que
pueden derivar en mejoras de desempeño que van más allá de los directamente
asociados al hecho de contar con un nuevo equipo o herramienta.
La
propia idea de sociedades del conocimiento debe mucho al desarrollo de la
investigación y la innovación científicas. Los protagonistas y los centros de actividades
científicas están experimentando actualmente una honda mutación. Teniendo en
cuenta la presencia cada vez mayor del mercado en el ámbito de las actividades
científicas, es a éstos a quienes corresponde crear –en el punto de
intersección de los sectores científico, económico y político– sistemas de
investigación e innovación que propicien el desarrollo sostenible y redunden en
beneficio tanto de los países del Norte como del Sur. Los nuevos modelos de aprovechamiento
compartido de los conocimientos –por ejemplo, el “colaboratorio”– representan
una vía que se ha de aprovechar más a fondo. Así es como la ciencia y la
tecnología podrán contribuir a edificar sociedades del conocimiento basadas en
la integración y participación de todos.
En otras palabras, los desarrollos que
se han incluido dentro de esta categoría tienen un alcance deliberadamente
acotado. La atención se centra en torno al crecimiento de sectores muy
dinámicos de la economía como los de la informática, las telecomunicaciones,
los medios de comunicación y el entretenimiento: evolución de las empresas del
sector, niveles de producción e inversión, demanda de insumos y recursos
humanos, penetración de estos nuevos bienes y servicios entre las empresas y
los hogares. A esto se sumaría el registro de las transacciones que se realizan
a través de Internet u otras redes informáticas (ecommerce) y las
operaciones que se cierran en los mercados virtuales. Las cuestiones
relacionadas con la creciente participación del conocimiento como factor
productivo serían relegadas o directamente estarían ausentes. Al mismo tiempo,
la evaluación del impacto social y económico de las transformaciones en marcha
tampoco presenta significativos avances.
Por ello, puede resultar importante profundizar la
relación entre indicadores de innovación y Sociedad del Conocimiento y revisar
las herramientas desarrolladas hasta el momento para abordar su medición. Claro
está que la corriente principal de la ciencia económica ha tratado a la
tecnología como algo exógeno al proceso económico y ha asimilado información a
conocimiento. Por lo tanto, pensar al conocimiento como un elemento central del
proceso económico requiere una redefinición del marco conceptual como un paso
previo ineludible antes de entrar de lleno en el desarrollo de nuevos
indicadores.
En América Latina el proceso adquiere y
enfrenta otras características. En estos países, aún se está ante el desafío de
sentar las bases de la Sociedad del Conocimiento, por lo cual parecería más
relevante identificar y eliminar las barreras que le impiden participar de este
nuevo espacio social a la gran mayoría de la población. El tema de la brecha
digital interna adquiere en nuestra región una relevancia mucho mayor que en
los países desarrollados debido a su magnitud y amplitud.
Entre
todos los derechos fundamentales, es necesario poner de relieve la importancia
especial que reviste la libertad de expresión, “postulado fundamental en el que
descansan las sociedades del conocimiento”
Si
se respetan plenamente, la libertad de expresión y la libertad de investigación
científica y de creación permiten construir auténticas sociedades del conocimiento
gracias al desarrollo de una sociedad mundial de la información.
CONCLUSIONES
Los
beneficios del aprovechamiento compartido del conocimiento para la sociedad no
se limitan a la creación de nuevos conocimientos, la promoción del conocimiento
de dominio público o la reducción de la brecha cognitiva. El aprovechamiento
compartido del conocimiento supone mucho más que un acceso universal al
saber del que se beneficiarían los
creadores y los consumidores de conocimientos. Además de ser una fuente de
autonomía y espíritu de iniciativa, es un vector de valores de apertura,
confianza, curiosidad, intercambio y colaboración que exige una participación
activa de todos en la sociedad. En estas condiciones, las sociedades del
conocimiento sólo llegarán a ser sociedades del saber al alcance de todos si se
renueva la participación de todos los ciudadanos en la vida de la sociedad.
Mirando
hacia el pasado más antiguo y hacia el futuro más distante, y manteniendo una
doble relación con la historia y la prospectiva, la labor del conocimiento exige
un horizonte a largo plazo que nos permita una distancia crítica con respecto a
la oleada de informaciones que nos sumerge. Esto no quiere decir que el conocimiento
deba incitarnos al retiro en torres de marfil. Al contrario, en las sociedades
del conocimiento el hecho de tener en cuenta el largo plazo nos inducirá a
plantearnos más interrogantes sobre nuestras opciones y decisiones presentes,
en función de sus posibles consecuencias. La democracia en las sociedades del
conocimiento tendrá que ser, por consiguiente, una democracia prospectiva. Esta
democracia tendrá que ser más participativa, más abierta a la palabra de todos
y a la multiplicación de los ámbitos de intercambio y los foros locales. Si
esta evolución se confirmase, podríamos esperar legítimamente que las
sociedades del conocimiento fuesen en su día el lugar de renovación de las
formas de la solidaridad. Estas sociedades no podrán atenerse ya a la
definición de un contrato social continuamente renovado en el presente, que
tiene tan poco en cuenta a las generaciones venideras. Lo que lo sustituirá
será quizás la forma que adquiere un contrato cuando se orienta en el tiempo:
la realización común de un proyecto.
La presentación simultánea de las
metodologías que se han considerado más relevantes constituye el segundo de los
aportes que se ha intentado realizar. Se han analizado las metodologías
relevadas desde la óptica del tipo de respuesta que brindan a la creciente
demanda de mayor información estadística relacionada con la Sociedad del conocimiento. Como resultado, se ha planteado
que las distintas propuestas de indicadores pueden clasificarse en tres grupos:
1. Un primer grupo caracterizado por
contener metodologías orientadas a brindar
respuestas rápidas, que permitan tener un panorama general de la situación en
que se encuentran un muy importante número de países respecto al grado de
difusión de las TICs y la generalización de nuevas prácticas sociales y
económicas.
2. El segundo grupo propuesto reúne,
principalmente, los intentos de adaptación de los sistemas estadísticos
oficiales a las nuevas circunstancias.
3.
El
último de los grupos, en realidad, más que agrupar metodologías o indicadores pretende
destacar la necesidad de nutrir un tercer tipo de respuesta ante la demanda de información
estadística referida a la Sociedad del Conocimiento.
En la
Recomendación sobre la promoción y el uso del plurilingüismo y el acceso
universal al ciberespacio se destaca que el dominio público de la información o
del conocimiento está constituido por “la información a la que el público puede
acceder sin infringir ninguna disposición jurídica ni obligación alguna de
confidencialidad. Por consiguiente, se refiere, por un lado, al conjunto de
obras u objetos de derechos conexos que toda persona puede explotar sin
autorización, por ejemplo, debido a que no están protegidos en virtud de la
legislación nacional o el derecho internacional, o a que el plazo de la
protección ha expirado.
BIBLIOGRAFÍA:
1.
Hacia
las sociedades del conocimiento — ISBN
92-3-304000-3 — © UNESCO 2005.
2.
Carlos Bianco, Gustavo Lugones, Fernando Peirano, Mónica Salazar, INDICADORES
DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO E INDICADORES DE INNOVACIÓN. VINCULACIONES E
IMPLICANCIAS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS. Seminario internacional "Redes, TICs y Desarrollo de Políticas
Públicas". UNGS – EGIDA Firenze. Buenos Aires, 11, 12 y 13 de diciembre de
2002
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