jueves, 9 de octubre de 2014

INDICADORES DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO E INDICADORES DE INNOVACIÓN. VINCULACIONES E IMPLICANCIAS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS



INTRODUCCIÓN:

Hoy como ayer, el dominio del conocimiento puede ir acompañado de un cúmulo importante de desigualdades, exclusiones y luchas sociales. Durante mucho tiempo el conocimiento fue acaparado por círculos de sabios o iniciados. El principio rector de esas sociedades del conocimiento reservado era el secreto.

Los cambios radicales provocados por la tercera revolución industrial –la de las nuevas tecnologías– han creado de hecho una nueva dinámica, porque desde mediados del siglo XX la formación de las personas y los grupos, así como los adelantos científicos y técnicos y las expresiones culturales, están en constante evolución, sobre todo hacia una interdependencia cada vez mayor.


Cada sociedad cuenta con sus propios puntos fuertes en materia de conocimiento. Por consiguiente, es necesario actuar para que los conocimientos de que son ya depositarias las distintas sociedades se articulen con las nuevas formas de elaboración, adquisición y difusión del saber valorizadas por el modelo de la economía del conocimiento. La noción de sociedad de la información se basa en los progresos tecnológicos. En cambio, el concepto de sociedades del conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vastas.

Como en buena medida ha ocurrido con términos como “competitividad” o “globalización”, en un tiempo muy breve una nueva terminología pasó a ocupar el centro de los diálogos empresariales y políticos y a ser empleada en los debates al interior de las ciencias sociales, con una marcada vaguedad o ambigüedad y sin un consenso cabal respecto del significado otorgado en cada caso a los términos utilizados.

En virtud de lo anterior, todo indica que el proceso de conformación de la Sociedad del Conocimiento difiere de una sociedad a otra y, por lo tanto, esto influye en los aspectos a cuantificar o, al menos, en la forma de hacerlo. Tanto la adaptación como la elaboración de indicadores que contemplen las particularidades latinoamericanas y que, al mismo tiempo, conserven la cualidad de ser comparables internacionalmente implica un aprendizaje que requiere tiempo y esfuerzos deliberados.

En las sociedades del conocimiento emergentes se da efectivamente un círculo virtuoso, en función del cual los progresos del conocimiento producen a largo plazo más conocimientos, gracias a las innovaciones tecnológicas. De esta manera, se acelera la producción de conocimientos. La revolución de las nuevas
tecnologías ha significado la entrada de la información y del conocimiento en una lógica acumulativa que se ha definido como “la aplicación [del conocimiento y la información] a los procedimientos de creación, procesamiento y difusión de la información en un bucle de retroacción acumulativa entre la innovación y sus utilizaciones prácticas”[1]



RESUMEN

¿QUÉ ES LO QUE QUEREMOS MEDIR?

Es de sobra conocido el papel que han desempeñado esas tecnologías en el desarrollo económico –mediante la difusión de las innovaciones y los aumentos de productividad posibilitados por éstas– y en el desarrollo humano[2]. Existe un amplio consenso en los círculos políticos, periodísticos, empresarios y académicos, respecto a que la convergencia de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) está produciendo significativos cambios sociales y, en especial, económicos. Aunque continúa siendo importante, el consenso se vuelve algo más débil cuando se ingresa en el análisis de la extensión del fenómeno y en la magnitud de sus efectos.

Hoy en día existe un cambio  cuya raíz, posiblemente, corresponde más al ámbito de la producción que al de las telecomunicaciones. Se podría decir que pasamos de una era en donde el principal proceso para generar valor o riqueza era la transformación de materias primas en productos (transformación llevada a cabo gracias a la energía aportada en un primer momento por el vapor y luego por la electricidad), a una era en donde el conocimiento se ha convertido en un factor clave y distintivo que permite transformar insumos en bienes y servicios con mayor valor agregado.

Por tal motivo, el proceso productivo requiere de trabajadores capaces de manipular conocimientos e insumos complejos para producir bienes y servicios diferenciados. Al mismo tiempo, la ampliación de la oferta requiere de consumidores con las capacidades adecuadas para descifrar y aprovechar los nuevos productos dado que muchos de ellos son intangibles, con importantes

Las TICs incluyen tecnologías ya maduras como la radio, la telefonía fija, la televisión como otras muy dinámicas como la informática, la transmisión de datos satelital y por fibra óptica, la telefonía celular e Internet. El avance de estas tecnologías se manifiesta en el aumento de la capacidad de transmisión de datos
y de la interactividad, es decir, desde la posibilidad de transmitir voz e imagen de forma masiva a los intercambios personalizados y que incluyen un alto grado de interacción de los interlocutores.

El nacimiento de una sociedad mundial de la información como consecuencia de la revolución de las nuevas tecnologías no debe hacernos perder de vista que se trata sólo de un instrumento para la realización de auténticas sociedades del conocimiento. El desarrollo de las redes no puede de por sí solo sentar las bases de la sociedad del conocimiento.

Queda claro que estamos ante un proceso de transformación de significativos efectos tanto en el ámbito económico como cultural y político. Sin embargo, la evidencia histórica es concluyente: todo hace presumir que será un proceso sumamente heterogéneo, en buena medida determinado por las características de las distintas regiones y poblaciones y por los esfuerzos deliberados que se realicen para aprovechar sus ventajas y reducir sus aspectos negativos.

Ahora bien, pese a que estamos presenciando el advenimiento de una sociedad mundial de la información en la que la tecnología ha superado todas las previsiones con respecto al aumento de la cantidad de informaciones disponible y la velocidad de su transmisión, todavía nos queda un largo camino que recorrer para acceder a auténticas sociedades del conocimiento.

Es posible interpretar a la Sociedad de la Información como una etapa previa a la conformación de la Sociedad del Conocimiento, en la que se aplican las TICs a un sinnúmero de actividades, lo que constituye la base para el posterior desarrollo de la Sociedad del Conocimiento, que implica un cambio cualitativo en el uso y aplicación de la información para la generación de nuevos conocimientos, cambio basado en la educación y el aprendizaje.

Entonces, la principal distinción entre Sociedad del Conocimiento y Sociedad de la Información es el uso, apropiación y aplicación que se le puede dar a la información y al conocimiento, con lo que queda claro que no se trata meramente de un problema tecnológico.

La noción de “sociedad del conocimiento” fue utilizada por primera vez en 1969 por un universitario, Peter Drucker, y en el decenio de 1990 fue profundizada en una serie de estudios detallados publicados por investigadores como Robin Mansell o Nico Stehr.

Pese a todo lo antedicho, muchos expertos estiman que el desarrollo de las nuevas tecnologías podría contribuir a la lucha contra una serie de restricciones que han venido obstaculizando hasta la fecha la aparición de las sociedades del conocimiento, por ejemplo la distancia geográfica o las limitaciones propias de los medios de comunicación. Evidentemente, la creación de redes permite acabar con el aislamiento de todo un conjunto de conocimientos –por ejemplo, los de carácter científico y técnico– que estaban sujetos hasta ahora a distintos regímenes de confidencialidad o secreto, en particular por motivos de índole estratégica y militar.

Las sociedades del conocimiento requieren de varios factores que desempeñan un papel central en establecer un puente entre conocimiento y acción, o entre conocimiento y aplicación y uso efectivo del mismo en la sociedad. Para que los resultados de la investigación o de la actividad científica se conviertan en conocimiento útil, se requiere, en primer lugar, de un proceso de apropiación social del conocimiento. Este último debe ser apropiado por la sociedad, o por actores o sectores específicos de la misma (por ejemplo: una institución social, una organización o una empresa)”.

Los procesos de aprendizaje social que genera el conocimiento se dan en cuatro niveles: a) nivel individual, b) nivel organizacional, c) nivel sectorial o nivel de las instituciones sociales, y d) nivel de la sociedad.

Así como en su momento, el desarrollo tecnológico permitió la elaboración de alimentos ysu distribución de una forma nunca antes pensada, y más tarde el surgimiento de otras tecnologías permitió satisfacer nuevas necesidades mediante la fabricación a gran escala de bienes de confort, ahora las TICs permitirán atender necesidades más sofisticadas mediante la producción y distribución de nuevos bienes -muchos intangibles- y servicios. La principal característica de estos bienes es que, en su mayoría, se basan en la información y el conocimiento.
Aprovechar las oportunidades que encierran las TICs requiere de (1) nuevas capacidades, habilidades y destrezas junto con (2) la realización de ciertas actividades y (3) esfuerzos deliberados para superar diversos obstáculos.

De igual modo, la incorporación de las TICs en una firma puede desencadenar una serie de adaptaciones y procesos que pueden derivar en mejoras de desempeño que van más allá de los directamente asociados al hecho de contar con un nuevo equipo o herramienta.

La propia idea de sociedades del conocimiento debe mucho al desarrollo de la investigación y la innovación científicas. Los protagonistas y los centros de actividades científicas están experimentando actualmente una honda mutación. Teniendo en cuenta la presencia cada vez mayor del mercado en el ámbito de las actividades científicas, es a éstos a quienes corresponde crear –en el punto de intersección de los sectores científico, económico y político– sistemas de investigación e innovación que propicien el desarrollo sostenible y redunden en beneficio tanto de los países del Norte como del Sur. Los nuevos modelos de aprovechamiento compartido de los conocimientos –por ejemplo, el “colaboratorio”– representan una vía que se ha de aprovechar más a fondo. Así es como la ciencia y la tecnología podrán contribuir a edificar sociedades del conocimiento basadas en la integración y participación de todos.

En otras palabras, los desarrollos que se han incluido dentro de esta categoría tienen un alcance deliberadamente acotado. La atención se centra en torno al crecimiento de sectores muy dinámicos de la economía como los de la informática, las telecomunicaciones, los medios de comunicación y el entretenimiento: evolución de las empresas del sector, niveles de producción e inversión, demanda de insumos y recursos humanos, penetración de estos nuevos bienes y servicios entre las empresas y los hogares. A esto se sumaría el registro de las transacciones que se realizan a través de Internet u otras redes informáticas (ecommerce) y las operaciones que se cierran en los mercados virtuales. Las cuestiones relacionadas con la creciente participación del conocimiento como factor productivo serían relegadas o directamente estarían ausentes. Al mismo tiempo, la evaluación del impacto social y económico de las transformaciones en marcha tampoco presenta significativos avances.

Por ello, puede resultar importante profundizar la relación entre indicadores de innovación y Sociedad del Conocimiento y revisar las herramientas desarrolladas hasta el momento para abordar su medición. Claro está que la corriente principal de la ciencia económica ha tratado a la tecnología como algo exógeno al proceso económico y ha asimilado información a conocimiento. Por lo tanto, pensar al conocimiento como un elemento central del proceso económico requiere una redefinición del marco conceptual como un paso previo ineludible antes de entrar de lleno en el desarrollo de nuevos indicadores.

En América Latina el proceso adquiere y enfrenta otras características. En estos países, aún se está ante el desafío de sentar las bases de la Sociedad del Conocimiento, por lo cual parecería más relevante identificar y eliminar las barreras que le impiden participar de este nuevo espacio social a la gran mayoría de la población. El tema de la brecha digital interna adquiere en nuestra región una relevancia mucho mayor que en los países desarrollados debido a su magnitud y amplitud.

Entre todos los derechos fundamentales, es necesario poner de relieve la importancia especial que reviste la libertad de expresión, “postulado fundamental en el que descansan las sociedades del conocimiento”

Si se respetan plenamente, la libertad de expresión y la libertad de investigación científica y de creación permiten construir auténticas sociedades del conocimiento gracias al desarrollo de una sociedad mundial de la información.


 
CONCLUSIONES

Los beneficios del aprovechamiento compartido del conocimiento para la sociedad no se limitan a la creación de nuevos conocimientos, la promoción del conocimiento de dominio público o la reducción de la brecha cognitiva. El aprovechamiento compartido del conocimiento supone mucho más que un acceso universal al saber del que se  beneficiarían los creadores y los consumidores de conocimientos. Además de ser una fuente de autonomía y espíritu de iniciativa, es un vector de valores de apertura, confianza, curiosidad, intercambio y colaboración que exige una participación activa de todos en la sociedad. En estas condiciones, las sociedades del conocimiento sólo llegarán a ser sociedades del saber al alcance de todos si se renueva la participación de todos los ciudadanos en la vida de la sociedad.

Mirando hacia el pasado más antiguo y hacia el futuro más distante, y manteniendo una doble relación con la historia y la prospectiva, la labor del conocimiento exige un horizonte a largo plazo que nos permita una distancia crítica con respecto a la oleada de informaciones que nos sumerge. Esto no quiere decir que el conocimiento deba incitarnos al retiro en torres de marfil. Al contrario, en las sociedades del conocimiento el hecho de tener en cuenta el largo plazo nos inducirá a plantearnos más interrogantes sobre nuestras opciones y decisiones presentes, en función de sus posibles consecuencias. La democracia en las sociedades del conocimiento tendrá que ser, por consiguiente, una democracia prospectiva. Esta democracia tendrá que ser más participativa, más abierta a la palabra de todos y a la multiplicación de los ámbitos de intercambio y los foros locales. Si esta evolución se confirmase, podríamos esperar legítimamente que las sociedades del conocimiento fuesen en su día el lugar de renovación de las formas de la solidaridad. Estas sociedades no podrán atenerse ya a la definición de un contrato social continuamente renovado en el presente, que tiene tan poco en cuenta a las generaciones venideras. Lo que lo sustituirá será quizás la forma que adquiere un contrato cuando se orienta en el tiempo: la realización común de un proyecto.

La presentación simultánea de las metodologías que se han considerado más relevantes constituye el segundo de los aportes que se ha intentado realizar. Se han analizado las metodologías relevadas desde la óptica del tipo de respuesta que brindan a la creciente demanda de mayor información estadística relacionada con la Sociedad del   conocimiento. Como resultado, se ha planteado que las distintas propuestas de indicadores pueden clasificarse en tres grupos:
1.    Un primer grupo caracterizado por contener metodologías orientadas a  brindar respuestas rápidas, que permitan tener un panorama general de la situación en que se encuentran un muy importante número de países respecto al grado de difusión de las TICs y la generalización de nuevas prácticas sociales y económicas.
2.    El segundo grupo propuesto reúne, principalmente, los intentos de adaptación de los sistemas estadísticos oficiales a las nuevas circunstancias.
3.    El último de los grupos, en realidad, más que agrupar metodologías o indicadores pretende destacar la necesidad de nutrir un tercer tipo de respuesta ante la demanda de información estadística referida a la Sociedad del Conocimiento.

En la Recomendación sobre la promoción y el uso del plurilingüismo y el acceso universal al ciberespacio se destaca que el dominio público de la información o del conocimiento está constituido por “la información a la que el público puede acceder sin infringir ninguna disposición jurídica ni obligación alguna de confidencialidad. Por consiguiente, se refiere, por un lado, al conjunto de obras u objetos de derechos conexos que toda persona puede explotar sin autorización, por ejemplo, debido a que no están protegidos en virtud de la legislación nacional o el derecho internacional, o a que el plazo de la protección ha expirado.




BIBLIOGRAFÍA:

1.    Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005.
2.    Carlos Bianco, Gustavo Lugones, Fernando Peirano, Mónica  Salazar, INDICADORES DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO E INDICADORES DE INNOVACIÓN. VINCULACIONES E IMPLICANCIAS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS. Seminario internacional "Redes, TICs y Desarrollo de Políticas Públicas". UNGS – EGIDA Firenze. Buenos Aires, 11, 12 y 13 de diciembre de 2002


[1] Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005
[2] Ibid

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