domingo, 12 de octubre de 2014

Bienvenida

sábado, 11 de octubre de 2014

Objetivos del blog

  • Ofrecer espacios, no sólo de formación, sino de acceso a la información, de contacto con otras organizaciones y particulares, y de vinculación con el mundo económico, social y cultural. 
  • Participar en la formación de la conciencia social de los líderes del mañana, a través de la integración de jóvenes del sistema de educación superior en la realización de su servicio social.

jueves, 9 de octubre de 2014

INDICADORES DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO E INDICADORES DE INNOVACIÓN. VINCULACIONES E IMPLICANCIAS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS



INTRODUCCIÓN:

Hoy como ayer, el dominio del conocimiento puede ir acompañado de un cúmulo importante de desigualdades, exclusiones y luchas sociales. Durante mucho tiempo el conocimiento fue acaparado por círculos de sabios o iniciados. El principio rector de esas sociedades del conocimiento reservado era el secreto.

Los cambios radicales provocados por la tercera revolución industrial –la de las nuevas tecnologías– han creado de hecho una nueva dinámica, porque desde mediados del siglo XX la formación de las personas y los grupos, así como los adelantos científicos y técnicos y las expresiones culturales, están en constante evolución, sobre todo hacia una interdependencia cada vez mayor.


Cada sociedad cuenta con sus propios puntos fuertes en materia de conocimiento. Por consiguiente, es necesario actuar para que los conocimientos de que son ya depositarias las distintas sociedades se articulen con las nuevas formas de elaboración, adquisición y difusión del saber valorizadas por el modelo de la economía del conocimiento. La noción de sociedad de la información se basa en los progresos tecnológicos. En cambio, el concepto de sociedades del conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vastas.

Como en buena medida ha ocurrido con términos como “competitividad” o “globalización”, en un tiempo muy breve una nueva terminología pasó a ocupar el centro de los diálogos empresariales y políticos y a ser empleada en los debates al interior de las ciencias sociales, con una marcada vaguedad o ambigüedad y sin un consenso cabal respecto del significado otorgado en cada caso a los términos utilizados.

En virtud de lo anterior, todo indica que el proceso de conformación de la Sociedad del Conocimiento difiere de una sociedad a otra y, por lo tanto, esto influye en los aspectos a cuantificar o, al menos, en la forma de hacerlo. Tanto la adaptación como la elaboración de indicadores que contemplen las particularidades latinoamericanas y que, al mismo tiempo, conserven la cualidad de ser comparables internacionalmente implica un aprendizaje que requiere tiempo y esfuerzos deliberados.

En las sociedades del conocimiento emergentes se da efectivamente un círculo virtuoso, en función del cual los progresos del conocimiento producen a largo plazo más conocimientos, gracias a las innovaciones tecnológicas. De esta manera, se acelera la producción de conocimientos. La revolución de las nuevas
tecnologías ha significado la entrada de la información y del conocimiento en una lógica acumulativa que se ha definido como “la aplicación [del conocimiento y la información] a los procedimientos de creación, procesamiento y difusión de la información en un bucle de retroacción acumulativa entre la innovación y sus utilizaciones prácticas”[1]



RESUMEN

¿QUÉ ES LO QUE QUEREMOS MEDIR?

Es de sobra conocido el papel que han desempeñado esas tecnologías en el desarrollo económico –mediante la difusión de las innovaciones y los aumentos de productividad posibilitados por éstas– y en el desarrollo humano[2]. Existe un amplio consenso en los círculos políticos, periodísticos, empresarios y académicos, respecto a que la convergencia de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) está produciendo significativos cambios sociales y, en especial, económicos. Aunque continúa siendo importante, el consenso se vuelve algo más débil cuando se ingresa en el análisis de la extensión del fenómeno y en la magnitud de sus efectos.

Hoy en día existe un cambio  cuya raíz, posiblemente, corresponde más al ámbito de la producción que al de las telecomunicaciones. Se podría decir que pasamos de una era en donde el principal proceso para generar valor o riqueza era la transformación de materias primas en productos (transformación llevada a cabo gracias a la energía aportada en un primer momento por el vapor y luego por la electricidad), a una era en donde el conocimiento se ha convertido en un factor clave y distintivo que permite transformar insumos en bienes y servicios con mayor valor agregado.

Por tal motivo, el proceso productivo requiere de trabajadores capaces de manipular conocimientos e insumos complejos para producir bienes y servicios diferenciados. Al mismo tiempo, la ampliación de la oferta requiere de consumidores con las capacidades adecuadas para descifrar y aprovechar los nuevos productos dado que muchos de ellos son intangibles, con importantes

Las TICs incluyen tecnologías ya maduras como la radio, la telefonía fija, la televisión como otras muy dinámicas como la informática, la transmisión de datos satelital y por fibra óptica, la telefonía celular e Internet. El avance de estas tecnologías se manifiesta en el aumento de la capacidad de transmisión de datos
y de la interactividad, es decir, desde la posibilidad de transmitir voz e imagen de forma masiva a los intercambios personalizados y que incluyen un alto grado de interacción de los interlocutores.

El nacimiento de una sociedad mundial de la información como consecuencia de la revolución de las nuevas tecnologías no debe hacernos perder de vista que se trata sólo de un instrumento para la realización de auténticas sociedades del conocimiento. El desarrollo de las redes no puede de por sí solo sentar las bases de la sociedad del conocimiento.

Queda claro que estamos ante un proceso de transformación de significativos efectos tanto en el ámbito económico como cultural y político. Sin embargo, la evidencia histórica es concluyente: todo hace presumir que será un proceso sumamente heterogéneo, en buena medida determinado por las características de las distintas regiones y poblaciones y por los esfuerzos deliberados que se realicen para aprovechar sus ventajas y reducir sus aspectos negativos.

Ahora bien, pese a que estamos presenciando el advenimiento de una sociedad mundial de la información en la que la tecnología ha superado todas las previsiones con respecto al aumento de la cantidad de informaciones disponible y la velocidad de su transmisión, todavía nos queda un largo camino que recorrer para acceder a auténticas sociedades del conocimiento.

Es posible interpretar a la Sociedad de la Información como una etapa previa a la conformación de la Sociedad del Conocimiento, en la que se aplican las TICs a un sinnúmero de actividades, lo que constituye la base para el posterior desarrollo de la Sociedad del Conocimiento, que implica un cambio cualitativo en el uso y aplicación de la información para la generación de nuevos conocimientos, cambio basado en la educación y el aprendizaje.

Entonces, la principal distinción entre Sociedad del Conocimiento y Sociedad de la Información es el uso, apropiación y aplicación que se le puede dar a la información y al conocimiento, con lo que queda claro que no se trata meramente de un problema tecnológico.

La noción de “sociedad del conocimiento” fue utilizada por primera vez en 1969 por un universitario, Peter Drucker, y en el decenio de 1990 fue profundizada en una serie de estudios detallados publicados por investigadores como Robin Mansell o Nico Stehr.

Pese a todo lo antedicho, muchos expertos estiman que el desarrollo de las nuevas tecnologías podría contribuir a la lucha contra una serie de restricciones que han venido obstaculizando hasta la fecha la aparición de las sociedades del conocimiento, por ejemplo la distancia geográfica o las limitaciones propias de los medios de comunicación. Evidentemente, la creación de redes permite acabar con el aislamiento de todo un conjunto de conocimientos –por ejemplo, los de carácter científico y técnico– que estaban sujetos hasta ahora a distintos regímenes de confidencialidad o secreto, en particular por motivos de índole estratégica y militar.

Las sociedades del conocimiento requieren de varios factores que desempeñan un papel central en establecer un puente entre conocimiento y acción, o entre conocimiento y aplicación y uso efectivo del mismo en la sociedad. Para que los resultados de la investigación o de la actividad científica se conviertan en conocimiento útil, se requiere, en primer lugar, de un proceso de apropiación social del conocimiento. Este último debe ser apropiado por la sociedad, o por actores o sectores específicos de la misma (por ejemplo: una institución social, una organización o una empresa)”.

Los procesos de aprendizaje social que genera el conocimiento se dan en cuatro niveles: a) nivel individual, b) nivel organizacional, c) nivel sectorial o nivel de las instituciones sociales, y d) nivel de la sociedad.

Así como en su momento, el desarrollo tecnológico permitió la elaboración de alimentos ysu distribución de una forma nunca antes pensada, y más tarde el surgimiento de otras tecnologías permitió satisfacer nuevas necesidades mediante la fabricación a gran escala de bienes de confort, ahora las TICs permitirán atender necesidades más sofisticadas mediante la producción y distribución de nuevos bienes -muchos intangibles- y servicios. La principal característica de estos bienes es que, en su mayoría, se basan en la información y el conocimiento.
Aprovechar las oportunidades que encierran las TICs requiere de (1) nuevas capacidades, habilidades y destrezas junto con (2) la realización de ciertas actividades y (3) esfuerzos deliberados para superar diversos obstáculos.

De igual modo, la incorporación de las TICs en una firma puede desencadenar una serie de adaptaciones y procesos que pueden derivar en mejoras de desempeño que van más allá de los directamente asociados al hecho de contar con un nuevo equipo o herramienta.

La propia idea de sociedades del conocimiento debe mucho al desarrollo de la investigación y la innovación científicas. Los protagonistas y los centros de actividades científicas están experimentando actualmente una honda mutación. Teniendo en cuenta la presencia cada vez mayor del mercado en el ámbito de las actividades científicas, es a éstos a quienes corresponde crear –en el punto de intersección de los sectores científico, económico y político– sistemas de investigación e innovación que propicien el desarrollo sostenible y redunden en beneficio tanto de los países del Norte como del Sur. Los nuevos modelos de aprovechamiento compartido de los conocimientos –por ejemplo, el “colaboratorio”– representan una vía que se ha de aprovechar más a fondo. Así es como la ciencia y la tecnología podrán contribuir a edificar sociedades del conocimiento basadas en la integración y participación de todos.

En otras palabras, los desarrollos que se han incluido dentro de esta categoría tienen un alcance deliberadamente acotado. La atención se centra en torno al crecimiento de sectores muy dinámicos de la economía como los de la informática, las telecomunicaciones, los medios de comunicación y el entretenimiento: evolución de las empresas del sector, niveles de producción e inversión, demanda de insumos y recursos humanos, penetración de estos nuevos bienes y servicios entre las empresas y los hogares. A esto se sumaría el registro de las transacciones que se realizan a través de Internet u otras redes informáticas (ecommerce) y las operaciones que se cierran en los mercados virtuales. Las cuestiones relacionadas con la creciente participación del conocimiento como factor productivo serían relegadas o directamente estarían ausentes. Al mismo tiempo, la evaluación del impacto social y económico de las transformaciones en marcha tampoco presenta significativos avances.

Por ello, puede resultar importante profundizar la relación entre indicadores de innovación y Sociedad del Conocimiento y revisar las herramientas desarrolladas hasta el momento para abordar su medición. Claro está que la corriente principal de la ciencia económica ha tratado a la tecnología como algo exógeno al proceso económico y ha asimilado información a conocimiento. Por lo tanto, pensar al conocimiento como un elemento central del proceso económico requiere una redefinición del marco conceptual como un paso previo ineludible antes de entrar de lleno en el desarrollo de nuevos indicadores.

En América Latina el proceso adquiere y enfrenta otras características. En estos países, aún se está ante el desafío de sentar las bases de la Sociedad del Conocimiento, por lo cual parecería más relevante identificar y eliminar las barreras que le impiden participar de este nuevo espacio social a la gran mayoría de la población. El tema de la brecha digital interna adquiere en nuestra región una relevancia mucho mayor que en los países desarrollados debido a su magnitud y amplitud.

Entre todos los derechos fundamentales, es necesario poner de relieve la importancia especial que reviste la libertad de expresión, “postulado fundamental en el que descansan las sociedades del conocimiento”

Si se respetan plenamente, la libertad de expresión y la libertad de investigación científica y de creación permiten construir auténticas sociedades del conocimiento gracias al desarrollo de una sociedad mundial de la información.


 
CONCLUSIONES

Los beneficios del aprovechamiento compartido del conocimiento para la sociedad no se limitan a la creación de nuevos conocimientos, la promoción del conocimiento de dominio público o la reducción de la brecha cognitiva. El aprovechamiento compartido del conocimiento supone mucho más que un acceso universal al saber del que se  beneficiarían los creadores y los consumidores de conocimientos. Además de ser una fuente de autonomía y espíritu de iniciativa, es un vector de valores de apertura, confianza, curiosidad, intercambio y colaboración que exige una participación activa de todos en la sociedad. En estas condiciones, las sociedades del conocimiento sólo llegarán a ser sociedades del saber al alcance de todos si se renueva la participación de todos los ciudadanos en la vida de la sociedad.

Mirando hacia el pasado más antiguo y hacia el futuro más distante, y manteniendo una doble relación con la historia y la prospectiva, la labor del conocimiento exige un horizonte a largo plazo que nos permita una distancia crítica con respecto a la oleada de informaciones que nos sumerge. Esto no quiere decir que el conocimiento deba incitarnos al retiro en torres de marfil. Al contrario, en las sociedades del conocimiento el hecho de tener en cuenta el largo plazo nos inducirá a plantearnos más interrogantes sobre nuestras opciones y decisiones presentes, en función de sus posibles consecuencias. La democracia en las sociedades del conocimiento tendrá que ser, por consiguiente, una democracia prospectiva. Esta democracia tendrá que ser más participativa, más abierta a la palabra de todos y a la multiplicación de los ámbitos de intercambio y los foros locales. Si esta evolución se confirmase, podríamos esperar legítimamente que las sociedades del conocimiento fuesen en su día el lugar de renovación de las formas de la solidaridad. Estas sociedades no podrán atenerse ya a la definición de un contrato social continuamente renovado en el presente, que tiene tan poco en cuenta a las generaciones venideras. Lo que lo sustituirá será quizás la forma que adquiere un contrato cuando se orienta en el tiempo: la realización común de un proyecto.

La presentación simultánea de las metodologías que se han considerado más relevantes constituye el segundo de los aportes que se ha intentado realizar. Se han analizado las metodologías relevadas desde la óptica del tipo de respuesta que brindan a la creciente demanda de mayor información estadística relacionada con la Sociedad del   conocimiento. Como resultado, se ha planteado que las distintas propuestas de indicadores pueden clasificarse en tres grupos:
1.    Un primer grupo caracterizado por contener metodologías orientadas a  brindar respuestas rápidas, que permitan tener un panorama general de la situación en que se encuentran un muy importante número de países respecto al grado de difusión de las TICs y la generalización de nuevas prácticas sociales y económicas.
2.    El segundo grupo propuesto reúne, principalmente, los intentos de adaptación de los sistemas estadísticos oficiales a las nuevas circunstancias.
3.    El último de los grupos, en realidad, más que agrupar metodologías o indicadores pretende destacar la necesidad de nutrir un tercer tipo de respuesta ante la demanda de información estadística referida a la Sociedad del Conocimiento.

En la Recomendación sobre la promoción y el uso del plurilingüismo y el acceso universal al ciberespacio se destaca que el dominio público de la información o del conocimiento está constituido por “la información a la que el público puede acceder sin infringir ninguna disposición jurídica ni obligación alguna de confidencialidad. Por consiguiente, se refiere, por un lado, al conjunto de obras u objetos de derechos conexos que toda persona puede explotar sin autorización, por ejemplo, debido a que no están protegidos en virtud de la legislación nacional o el derecho internacional, o a que el plazo de la protección ha expirado.




BIBLIOGRAFÍA:

1.    Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005.
2.    Carlos Bianco, Gustavo Lugones, Fernando Peirano, Mónica  Salazar, INDICADORES DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO E INDICADORES DE INNOVACIÓN. VINCULACIONES E IMPLICANCIAS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS. Seminario internacional "Redes, TICs y Desarrollo de Políticas Públicas". UNGS – EGIDA Firenze. Buenos Aires, 11, 12 y 13 de diciembre de 2002


[1] Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005
[2] Ibid

martes, 7 de octubre de 2014

LAS SOCIEDADES DEL APRENDIZAJE



INTRODUCCIÓN:
Hoy en día, nuestra sociedad se encuentra inmersa en una serie de profundos y constantes cambios que afectan todas las dimensiones de nuestra vida. Estos se caracterizan por:
han caracterizado por:
·         Una revolución científico tecnológica, que ha propiciado la constitución de tecnologías de la información y la comunicación.
·         La terciarización de la economía, en donde se observa la reconversión de la
·         producción pero sobre todo el auge de los servicios.
·         El incremento y mejora constante de la base de conocimientos y la educación.
·         La internacionalización de la vida social, económica y política.
·        Los conocimientos han planteado en ámbitos académicos, la necesidad de establecer nuevas formas de gestión del y para el conocimiento, ello en íntima relación con el papel que tienen los sujetos que aprenden y propician aprendizajes.
·         Las instituciones educativas como organizaciones que aprenden, proponen una serie de estrategias. Entre una de las múltiples estrategias posibles se encuentran la constitución de redes.
·         El concepto de redes utilizado en diversos ámbitos: social, político, tecnológico, industrial, administrativo y, sobre todo, cibernético.


En un mundo cada vez más complejo en el que todo individuo puede verse obligado a ejercer varias profesiones en el transcurso de su existencia, es indispensable seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida.

            En un momento en que las mutaciones cada vez más rápidas cuestionan los antiguos modelos y cobran una importancia creciente el “aprender haciendo” (learning by doing) y la capacidad para innovar, la dinámica cognitiva de nuestras sociedades se ha convertido en una cuestión crucial. El modelo del aprendizaje se ha difundido mucho más allá del universo de los educadores y ha penetrado en todos los poros de la vida económica y social. Hoy en día se admite cada vez más la necesidad de reforzar la dimensión educativa – o “de aprendizaje”– de cualquier organización, sea o no de carácter comercial. A este respecto, es importante señalar que el progreso de este modelo coincide con el de la innovación en todos los ámbitos de la actividad humana.

            Ahora bien, ¿qué sabemos del aprendizaje realmente? ¿Los progresos recientes en materia de aprendizaje y los adelantos de las ciencias cognitivas se plasmarán algún día en prácticas concretas y eficaces? Esos progresos no se limitarán a la pedagogía escolar, ya que todos los centros y medios de conocimiento –que también están en plena mutación– deberán beneficiarse de ellos, tanto en los países del Norte como en los del Sur.

RESUMEN

LA SOCIEDAD DEL APRENDIZAJE


¿Nos encaminamos hacia una cultura de la innovación?

Si la transmisión y difusión de los conocimientos cobran tanta importancia en las nacientes sociedades del conocimiento, esto se debe a que no sólo se está acelerando la producción de nuevos conocimientos, sino que además el conjunto de la sociedad se interesa cada vez más por ellos. Nunca ha sido tan corto el intervalo entre el descubrimiento de una nueva idea y su integración en los planes de estudios de la enseñanza secundaria. Esto puede provocar a veces algunos problemas –sobre todo cuando las modalidades de integración no se someten a pruebas suficientes–, pero también da lugar a la aparición de una auténtica cultura de la innovación que va mucho más allá de la noción de innovación técnica en la economía global del conocimiento y que parece haber adquirido la categoría de nuevo valor, tal como lo atestigua su difusión en múltiples ámbitos (educativo, político, mediático y cultural).[1]


Para convertirse en innovación la invención tiene pues que ir acompañada de trabajos de investigación previos destinados a facilitar la utilización y disminuir el costo de la transición. En este sentido, la innovación sólo existe cuando una invención encuentra un empresario que la valorice, respondiendo a una demanda de la sociedad. Una misma invención puede desembocar en una innovación en una sociedad determinada, pero no en otra en la que falten la demanda necesaria o los empresarios. La innovación exige a menudo tiempo para desarrollarse plenamente, por ejemplo el uso generalizado de la informática tropezó en un principio con el recelo de los adultos, mientras que los niños y los jóvenes supieron utilizarla espontáneamente.

El carácter cooperativo y multidimensional del proceso innovador

Los sociólogos, economistas y filósofos que estudian la innovación tecnológica admiten hoy en día que la innovación y su difusión obedecen a esquemas menos unilaterales de lo que se creía. Actualmente se tiene en cuenta la interacción del público con el universo de la industria y las ciencias y técnicas. En las sociedades del conocimiento, la función del público cobrará mayor importancia porque es un elemento del proceso de innovación, que hace hincapié en la dimensión social de la creatividad e implica un auténtico aprovechamiento compartido del conocimiento entre “contribuyentes” de muy distinta procedencia.

El público es un protagonista de la innovación. En algunos casos, es el público el que estructura la ambición colectiva inductora de la innovación, tanto como los propios ingenieros, o incluso más. Un ejemplo elocuente son las actividades de las asociaciones de enfermos, por ejemplo, la práctica de los “Teletón” o, en el caso del SIDA, de los pacientes que no han vacilado en oponerse al poder médico. Apoyándose en sus conocimientos sobre la enfermedad, han tratado de modificar los protocolos terapéuticos cuestionando algunos de los principios que hasta ahora regían la realización de pruebas clínicas, tales como la distribución de placebos.

Cultura de la innovación y demanda de conocimientos

En una economía mundial del conocimiento donde la capacidad de innovación es la piedra angular de la competitividad, el fomento de una cultura de la innovación equivale a propiciar la difusión rápida de invenciones e ideas nuevas a una determinada sociedad en su conjunto. No obstante, la innovación no se obtiene por decreto. Justamente por haberse tornado sumamente imprevisible, es importante hacer hincapié en las condiciones que propician el surgimiento de un proceso innovador, pues es la única dimensión en la que podemos intervenir. Asimismo, hay que velar por el costo humano de las mutaciones, teniendo bien presente –como decía Schumpeter– que la innovación es un proceso de “destrucción creadora”. Se debe prestar una atención especial a los mecanismos destructores que la innovación conlleva a fin de atenuar sus consecuencias en el plano social y cultural.

Los empleos del futuro se caracterizarán cada vez más por la producción, el intercambio y la transformación de los conocimientos. Nuestras sociedades estarán plenamente inmersas en la asimilación de una oleada continua de nuevos conocimientos. La demanda de conocimiento será mayor que nunca, pero sus modalidades cambiarán. Ya no se tratará de poseer una formación para desempeñar una actividad específica que corre el riesgo de volverse rápidamente obsoleta a causa del progreso científico y tecnológico. En las sociedades de la innovación, la demanda de conocimientos estará en relación con las necesidades constantes de reciclaje. Incluso la formación profesional tendrá que evolucionar forzosamente. Hoy en día, un título académico es ante todo una calificación social. La cultura de la innovación impondrá que en el futuro los títulos académicos lleven una fecha de caducidad, a fin de contrarrestar la inercia de las competencias cognitivas y responder a la demanda continua de nuevas competencias.

Innovación y renovación permanente: los desafíos de una nueva cultura

La gran novedad del mundo contemporáneo es la valorización sin precedentes de todo lo que cambia y es novedoso. La transformación prevalece simbólicamente sobre la permanencia, y la ruptura sobre la continuidad, aunque esto a veces cree inestabilidad y una impresión de inseguridad. Hoy en día, el predominio de lo efímero corre parejas con la valorización de lo estético. Cada vez hay más actividades humanas –comprendidas las económicas– que no se conciben con una óptica de reproducción y continuación, sino más bien desde un punto de vista estético y creativo.

En efecto, se puede comprobar que bajo el efecto combinado de la creación de redes, la mundialización y el desarrollo de las nuevas tecnologías, la propia creatividad experimenta alteraciones sin precedentes. Con la inflación del prefijo “post” en el discurso contemporáneo –que caracteriza, por ejemplo, la preeminencia de una concepción del arte “postmoderna”–, la concepción esencialista del ser humano se retira de la escena. La creatividad se está anexionando nuevos ámbitos y este fenómeno bien podría calificarse de “antropopoyética”, es decir la tendencia del hombre a crearse a sí mismo con todos los riesgos que ello entraña. Esos riesgos han suscitado en algunos expertos el temor de que pueda producirse el advenimiento de una “posthumanidad”.

Aprender, un valor clave de las sociedades del conocimiento

Por definición, una sociedad del aprendizaje no puede ser una sociedad de la mera información. Frente a los posibles excesos que entraña la generalización de una sociedad mundial de la información, la noción de aprendizaje (learning) vuelve a introducir la dimensión de distancia crítica. Esta noción permite a nuestras sociedades esperar que sea posible asimilar el cúmulo considerable de nuevos conocimientos que producen periódicamente. El fenómeno del aprendizaje está destinado a generalizarse en nuestras sociedades a todos los niveles, y también está llamado a estructurar la organización del tiempo, el trabajo y la vida de las instituciones.


La diversidad del aprendizaje

Las sociedades del  aprendizaje no podrán prescindir de una reflexión sobre la índole de las distintas formas conocimientos que distinga los conocimientos descriptivos (hechos e informaciones), los conocimientos en materia de procedimientos (referentes al “cómo”), los conocimientos explicativos (destinados a responder al “porqué”) y los conocimientos relativos a los comportamientos. Por eso, una de las tareas de las sociedades del conocimiento será la de replantearse, en función de esos descubrimientos, las actividades sociales vinculadas a la producción y transmisión del saber –es decir, la educación y la difusión pública de los conocimientos–, así como los soportes materiales de dichas actividades: libros, voces y pantallas.

Entre las cuatro categorías de conocimientos a las que se ha hecho referencia –descriptivos, de procedimiento, explicativos y relativos a los comportamientos–, la última merece una atención especial. En efecto, su adquisición exige esfuerzos cognitivos que no son naturales, a diferencia de lo que ocurre con las conductas de imitación y exploración. Cualquiera que sea la violencia con la que confinen esos esfuerzos cognitivos –a menudo impuestos por otros: familia, escuela y sociedad–, en ningún caso deberá servir de justificación del arsenal de castigos que ha venido acompañando a la enseñanza durante tanto tiempo.

Como con la rapidez de los progresos técnicos las competencias pierden rápidamente actualidad, es conveniente fomentar en los distintos ámbitos del conocimiento la adquisición de mecanismos de aprendizaje flexibles, en vez de imponer un conjunto de conocimientos muy definido. Aprender a aprender significa aprender a reflexionar, dudar, adaptarse con la mayor rapidez posible y saber cuestionar el legado cultural propio respetando los consensos. Estos son los pilares en los que deben descansar las sociedades del conocimiento.

La evaluación de los conocimientos

Las sociedades del aprendizaje tienen que permitir a todos “estar al día”. Esto supone, por consiguiente, una reflexión profunda sobre la evaluación de los conocimientos, tanto de los educandos –escolares, estudiantes, trabajadores en formación, postgraduados, etc.– como de los docentes e investigadores. El problema estriba en que los conocimientos, a diferencia de los bienes y servicios, carecen de unidades de medición objetivas, cuando de hecho en las sociedades del aprendizaje son objeto de un intercambio continuo. Este problema general transciende el del comercio de los conocimientos, ya que afecta también a la remuneración de los empleos en el sector de lo inmaterial y, por lo tanto, a los conocimientos que constituyen la base de éste.

Aunque es difícil establecer criterios generales para evaluar los conocimientos –habida cuenta de que la mayoría de éstos no se pueden cuantificar–, es posible sin embargo proponer algunas soluciones.  Una de éstas consistiría en separar la función docente de la función de examinador, con lo cual se evitaría una subordinación demasiado exclusiva de los conocimientos enseñados al régimen de evaluación. Los examinadores profesionales dispondrían de elementos básicos de comparación más amplios y evitarían los problemas derivados de las relaciones entre docentes y alumnos. En efecto, encomendar la enseñanza y la evaluación al profesor hace que éste sea juez en causa propia. Una solución de este tipo plantea problemas de organización y puede ser onerosa. Sin embargo, permitiría aportar una solución al problema fundamental de la acreditación global de las evaluaciones que tan necesaria es para el desarrollo de sociedades del conocimiento para todos.

La multiplicidad de las formas de inteligencia

La aparición de sociedades del aprendizaje va unida al cuestionamiento de los conceptos de inteligencia monolíticos y unitarios, que justificaban el carácter relativamente estable de los procedimientos de evaluación y transmisión de los conocimientos en los sistemas pedagógicos clásicos.

La teoría de las inteligencias múltiples y la noción de inteligencia emocional han propiciado el cuestionamiento de una focalización demasiado exclusiva de
las prácticas pedagógicas en la inteligencia lógico-matemática y lingüística. La finalidad de la enseñanza no es desarrollar de modo equivalente todas las formas de inteligencia en todas las personas, sino saber determinar los enfoques que corresponden mejor a la inteligencia de cada uno.

La disponibilidad de los conocimientos

La diversidad de las modalidades de acceso al conocimiento constituye, como se ha visto, una de las características más importantes de las sociedades del aprendizaje. Esta diversidad guarda relación con el fin de dos monopolios: el de la institución escolar y el del libro. Es cierto que las instituciones escolares siguen desempeñando todavía un papel esencial y que los libros –y en general todo lo impreso– no están en vías de desaparecer.

Por otra parte, las innovaciones tecnológicas ofrecen a los profesionales del sector de la edición nuevas posibilidades de desarrollo gracias a la impresión de tiradas a la medida y la considerable reducción de los problemas de almacenamiento, mientras que Internet les brinda un espacio virtualmente ilimitado para promover, vender y negociar derechos.

El texto y la lectura: metamorfosis actuales y venideras

Los textos escritos distan mucho de haber desaparecido con el uso de la pantalla. En efecto, una gran parte de lo que se visualiza en ésta es de índole textual. En cambio, el desarrollo del hipertexto y la combinación cada vez más frecuente del texto con otros elementos (imágenes, sonidos, etc.) provocan una evolución de
lo escrito que modifica el propio acto de leer, así como las formas de escritura, ya sea literaria o científica. Con la ubicuidad, que hace de todo texto depositado
en un servidor un objeto instantáneamente accesible desde cualquier parte, estamos presenciando un movimiento de descontextualización e interpenetración
de las culturas de proporciones inimaginables hace veinte años. La fluidez consiste en que el documento digital se puede modificar con suma facilidad y se presta muy bien a operaciones de corrección, copia, reproducción en serie, distribución, publicación visual y comentario en los foros de discusión.

La ubicuidad va de par con la interactividad, que convierte al texto en una especie de espacio virtual susceptible de exploración en los que figuran clips sonoros o visuales e hiperenlaces que abren ventanas de información suplementarias. El ordenador confiere al texto una nueva dimensión: la capacidad para establecer una interacción con un usuario, estimulando en éste una actitud de lectura activa y centrada en un objetivo específico. El principio supremo que estructura este tipo de texto ya no es el codex, sino la base de datos, gracias a la cual el usuario puede visualizar, una tras otra, todas las informaciones pertenecientes al tema que le interesa exclusivamente, lo cual puede ser muy eficaz en materia de aprendizaje.

A este respecto, cabe señalar que la transferencia a bases de datos de las colecciones bibliográficas tradicionales más importantes constituye una perspectiva especialmente prometedora. La reseña integral permite incorporar los documentos escritos a una gigantesca base de datos en la que los motores de búsqueda pueden encontrar rápidamente las páginas, textos o datos deseados.
La eficacia de este sistema de pregunta-respuesta tiende a transformar la experiencia de la lectura en una búsqueda activa. Por eso, la lectura ya no se vive como una actividad de impregnación y reflexión lenta como era en el pasado.

El futuro del libro

A la hora de promover el acceso al conocimiento, se planteará un problema tan importante como el de la “brecha digital”: la accesibilidad y difusión del libro, y más concretamente de los manuales escolares y la literatura infantil, en especial en los países del Sur.

Cuando al precio inasequible de los libros se añade la falta de bibliotecas, la difusión de los soportes de lectura es demasiado insuficiente como para fomentar la lucha contra el analfabetismo.

El futuro de las bibliotecas

Una vez desterritorializados, los textos y los conocimientos se vuelven nómadas, escapando en parte a los circuitos tradicionales de centralización. La biblioteca, ya sea general o especializada, se está escindiendo cada vez más entre un lugar físico y un espacio virtual, entre el material impreso y la pantalla, y va a tener que manejar una masa de documentos muy considerable.

La conservación no se limita al mero almacenamiento, sino que se basa también en el conjunto de procedimientos jurídicos y sociales que permiten ponerla en práctica.

Nueva problemática de la biblioteconomía

Con su contribución a la difusión de los conocimientos, las bibliotecas se pueden convertir en protagonistas fundamentales del desarrollo, favoreciendo la reducción de la extremada polarización de nuestro mundo en el acceso a los bienes culturales y la información. Desde este punto de vista, se debe estimular a fondo la cooperación profesional por los siguientes medios: hermanamientos de bibliotecas de los países del Norte y del Sur, o de las naciones del Sur entre sí; intercambios de conocimientos técnicos que comprendan catalogaciones conjuntas, formaciones mixtas y asistencia en línea; acuerdos de cooperación y asociación con los distintos sectores de la edición, la prensa, la educación y la investigación.
Ahora bien, la tarea enciclopédica tiene una dimensión cognitiva que las ganancias de productividad generadas por la revolución digital no pueden garantizar por sí solas. Sin inversiones adecuadas en el plano financiero y humano (competencias, conocimientos técnicos y usos sociales), el desarrollo sostenible de las funciones documentales peligra.

En las sociedades basadas en el aprendizaje a lo largo de toda la vida, las bibliotecas tienen que promoverlo y facilitarlo a todos los niveles. Esto ha de ser así en los países más afectados por el analfabetismo, donde las bibliotecas tienen que servir de centros de alfabetización y promoción de la escritura. También ha de ser así en lo que atañe a la optimización de la circulación de los conocimientos en el contexto de una demanda creciente de formación en todas las regiones del mundo. Las bibliotecas pueden además facilitar considerablemente los itinerarios de aprendizaje individualizados. Por otra parte, las redes, que abren la perspectiva de crear espacios de almacenamiento virtual y permiten efectuarlo en función de la demanda, desempeñarán un papel muy importante en el fomento de las prácticas autodidácticas.

La biblioteca –desde el bibliobús hasta el gran complejo arquitectónico contemporáneo– seguirá siendo un pilar de la circulación social de los conocimientos y un factor de vitalidad para las redes de aprendizaje. En efecto, sus funciones cognitivas y evolutivas hacen de ella una organización de aprendizaje por excelencia.



 CONCLUSIONES

El aprendizaje es esencial para el futuro del mundo. No obstante, los sistemas educativos actuales se enfrentan a desafíos sin precedentes. Considero que la eficacia del aprendizaje genuino y  permanente en el mundo depende, en gran medida, de cuánto sabemos aprovechar la potencia de la red para conectar y comprometer tanto a los estudiantes como a los educadores, y para facilitar el acceso a nuestros conocimientos y recursos colectivos. La cuestión es adaptar. A pesar del importante papel que cumplieron y seguirán cumpliendo los sistemas educativos tradicionales, estos ya no bastan para satisfacer las crecientes y cambiantes necesidades de aprendizaje del mundo.

Es cierto que optimizar la eficacia de los sistemas educativos tradicionales para maximizar el valor que podemos obtener de ellos es un elemento crucial de cualquier estrategia para avanzar. Sin embargo, no es suficiente. El aprendizaje es una actividad y no un lugar físico, razón por la cual trasciende los muros de la escuela y la universidad. Siempre fue así. La explosión del conocimiento, impulsada por la potencia de la red para conectar a las personas y difundir ideas, cambió la naturaleza misma del aprendizaje. Debemos innovar y desarrollar nuevas modalidades de  aprendizaje, tanto formales como informales, que satisfagan las demandas de las sociedades del  conocimiento en la era de la información.

Debemos adoptar nuevos enfoques procedentes de fuentes no tradicionales y fomentar una  colaboración auténtica y abierta de los sectores público, privado y sin fines de lucro. Además, los  responsables de guiar el aprendizaje deben abandonar la "zona de confort" e innovar de forma continua para anticipar las necesidades de los estudiantes a medida que cambia el mundo que los  rodea. Las personas necesitan aprender y volver a aprender a lo largo de toda la vida. El aprendizaje debe centrarse cada vez más en la colaboración interdisciplinaria y en las competencias del siglo XXI, tales como el pensamiento crítico y la resolución de problemas.


BIBLIOGRAFÍA:

1.    Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005.
2.    http://www.eumed.net/rev/ced/20/aai.htm. Consultado el 29 de Septiembre de 2014.


[1] Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005